La luz blanca de la sala de ecografías era casi quirúrgica. Fría. Inmutable.
Aitana tenía la camiseta arremangada y el vientre expuesto, con el gel aún fresco extendido sobre su piel. La ginecóloga observaba la pantalla con una media sonrisa mientras pasaba el aparato con delicadeza.-Todo va muy bien -dijo finalmente-. Tu bebé está creciendo a un ritmo perfecto. ¿Quieres saber el sexo?Aitana dudó. Por un instante, el mundo pareció sostener la respiración junto a ella.-Sí -susurró.Un clic. Una pausa. Un gesto.-Es una niña.Aitana sintió que algo le latía fuerte en la garganta. Una mezcla entre vértigo y ternura.Sonrió. No sabía por qué. Tal vez por el simple hecho de ponerle un nombre a todo ese mar de incertidumbre.Una niña.Una hija.Salió del centro médic