"Irina"
Toqué el timbre y esperé. No tardó en abrirse la puerta. Me miró con sorpresa, hacía mucho tiempo que no aparecía y nunca aparecía de noche.
—¡Pero mira esto! Para que estés aquí a esta hora, cosa buena no es, ¿verdad, Irina? —Valeria me dio una sonrisa extraña.
—¡Qué geniecita! —Ya estaba impaciente, todo lo que ya había pasado ese día ya me había agotado.
—¿Qué quieres? —Valeria preguntó ahí, en la puerta.
—Ay, Valeria, déjame entrar y hablamos. —La empujé a un lado, entré y me tiré en el sofacito de tela floreada de pésimo gusto que tenía en la sala.
Valeria cerró la puerta y se sentó en el otro sofá, mirándome fijamente, solo esperando que hablara. Estaba muy extraña, generalmente me recibía con alegría y trataba de todo para agradarme.
—¿No me vas a ofrecer un café? —Pregunté, ya me estaba dando hambre.
—No, no voy. Habla de una vez que tengo un compromiso. —Valeria estaba realmente de mal humor.
—Dios, ya fuiste mejor. —Comenté y resopló. —Leonel pidió el divorci