"Anabel"
Estaba impresionada con el golpe que Sandra le dio a Taís. Odiaba a esa perra, pero Sandra la odiaba dos veces más. Y cuando Taís fue finalmente sacada de ahí respiré aliviada. Estábamos llegando a casa, recibiríamos a nuestra familia y amigos y esa perra vino a arruinar todo. ¡Pero no lo lograría!
—¿Estás bien, mi vida? —Rick se volteó hacia mí y me llevó adentro de la casa.
—Estoy bien, Rick, déjame echar a correr a esa perra. —Pedí.
—De ninguna manera, Sandra, Mel y mi papá se están encargando de eso. Tú y mis bebés se van a quedar bien lejos de esa mujer ordinaria. —Habló Rick mientras entrábamos a casa.
—Sí, tienes razón, es mejor. —Concordé, no quería a mis bebés cerca de esa mujer de ninguna manera.
—Además quiero darte algo antes de que todos entren. —Habló y se sentó conmigo en el sofá.
—¿Qué es? —Pregunté y alzó dos bolsas frente a mis ojos. Con la confusión ni había notado que las cargaba.
—Por favor, no te enojes conmigo, pero no pude controlarme. —Explicó