"Irina"
Ya estaba casi sin aliento de tanto gritar, ese viejo depravado muerto encima de mí, su saliva pegajosa escurriendo en mi pecho y todavía sentía esa cosa de él dentro de mí. ¡Qué asco! Y ni siquiera pude empujarlo, parecía estar pesando una tonelada. Ya estaba llorando de desesperación. Moriría ahí lentamente debajo de ese muerto y nadie vendría a ayudarme. Pero ahí oí el ruido en la puerta.
—Por favor, ayúdame, ¡se murió! —Supliqué una vez más y finalmente esa gobernanta tonta entró al cuarto.
—¡Dios santo! —Se llevó la mano a la boca, cerró los ojos y volteó la cara para el otro lado.
—Estúpida, ¡ven acá! Quita a ese muerto de encima de mí y suéltame. —Exigí y me miró por un momento, como si estuviera dudando si debería acercarse o no. —¡ANDAAA!
—Calma, doña Irina, tampoco necesita gritar. —Se acercó, lo tocó con la punta del dedo unas tres veces y oímos un gruñido. —Creo que está vivo. Voy a llamar a la ambulancia.
Sacó su propio celular del bolsillo, llamó a emergenci