El lunes dejamos a Pedro en la guardería y aproveché para informar que Alessandro era el padre de Pedro y también podría recogerlo. Cuando llegamos a la oficina, Alessandro me fue jalando hacia su oficina.
— Alessandro, mi oficina está del otro lado. —le recordé.
Él gimió y cerró los ojos diciendo que lo había olvidado. Vi a Rick saliendo de mi oficina con una sonrisa en el rostro.
— ¡Buenos días, pareja sensación! —Rick estaba animado—. Espero que a ustedes dos no les importe, pero volví a trabajar con mi antiguo jefe. No tengo ganas de quedarme en la oficina de enfrente escuchándolos gemir.
— Rick... —dije sorprendida.
— Ah, vamos, pretty woman, sé muy bien lo que pasa en la oficina de la presidencia.
— No está equivocado, mi ángel. —Alessandro tenía una sonrisa pícara estampada en la cara.
— Relájate, amiga, ya cambié todo de nuevo. —Samantha informó sin levantarse de su escritorio.
Cuando entré a mi oficina, efectivamente estaba todo en orden y como todos los lunes había un