La tarde del segundo día en el hospital, después de muchos exámenes y revisiones, Dayla fue trasladada a su departamento acompañada por Aileen y Piero. Miguel quien aún no confiaba del todo en el chico le había ordenado a pelirroja que lo mantuviera vigilado y ante cualquier eventualidad extraña que viera en él, no tuviera repelos en clavarle una bala en la cabeza.
- Gracias por traerme, no era necesario que ninguno de los dos se molestaran con esta pequeñez – comentó la morena desde el asiento trasero cuándo la Aileen apagaron el auto en el estacionamiento del departamento – puedo cuidarme sola.
- Puedes verlo como un apoyo – contestó Piero abriendo la puerta del copiloto y bajándose – subiré a ver si esta todo despejado – le dio un giño a Dayla entró por la puerta del edificio.
- ¿confías en él? – preguntó cuándo el chico ya no se veía.
- De cierta manera sí; nos presentaron hace varios años – pensó en lo que él le había confesado en el hospital – no tengo dudas de creer que en e