CAPÍTULO 47. De la alegría al miedo
CAPÍTULO 47. De la alegría al miedo
Maggie abrió los ojos lentamente, con la vaga sensación de que había corrido una maratón en sueños y, para rematar, la habían atropellado al cruzar la meta. Su cuerpo entero dolía. Especialmente esa zona traicionera debajo del ombligo que ahora sentía como si la hubieran remendado con grapas de oficina.
Jackson estaba allí. Sentado, despeinado y con la cara de alguien que no había dormido nada pero que no se atrevía a quejarse porque, claramente, él no acababa de tener a otro ser humano.
—Hey —dijo con una sonrisa temblorosa—. Al fin despertaste.
—¿Me sedaron? —preguntó Maggie, con la boca seca y los párpados pesados—. Porque me siento como si me hubieran embalsamado viva.
Jackson pasó saliva y le tomó la mano.
—Fue necesario hacerlo, nena, pero todo salió bien —murmuró pero a ella le bastó con mirarlo a los ojos para saber que eso era mentira.
—¿Todo? —preguntó y lo vio contener el aliento.
—Tuvimos una niña, Maggie. Una nena.
Por un segundo, el mu