CAPÍTULO 46. De un llanto esperado a un instante de desesperación
CAPÍTULO 46. De un llanto esperado a un instante de desesperación
Jackson no era precisamente un hombre que se dejara dominar por el pánico. Pero cuando vio a Maggie retorcerse de dolor y a la obstetra poner cara de “esto no va a ser un parto de cuento de hadas”, su corazón empezó a martillarle las costillas como si estuviera compitiendo con el de ella. Y aunque intentó mantener la calma, su mano apretaba tanto la de Maggie que casi le deja los dedos morados.
—¿Te duele mucho? —le preguntó, aunque la respuesta era evidente: estaba sudando como si hubiera corrido una maratón y se aferraba a las sábanas como si fueran su única salvación.
—Jackson… —jadeó Maggie, con la frente perlada de sudor—. Siento que algo no está bien.
—Lo sé, hemos visto esto decenas de veces y aún así es distinto cuando nos pasa a nosotros, ¿cierto? —le dijo él, como si eso bastara para tranquilizarla—. Pero te prometo que todo saldrá bien.
Maggie trató de respirar, pero juraba que cada vez le estaba costando más