Constanza
—Cillian —murmuro—. Yo…
—¿Qué está haciendo aquí? —le pregunta mi hermano con voz airada mientras me empuja hacia atrás para protegerme—. Váyase, por favor, váyase antes de que lo saque a patadas.
—No eres tú el que tiene derecho a correrme —responde Cillian con una sonrisa cínica—. La que debe decidir es Constanza.
—Me parece excelente que lo menciones —esbozo una sonrisa—. Quiero que ahora mismo te marches de mi departamento. Tanto tú como Damon están fuera de mi vida a partir de ahora.
La sonrisa de Cillian se borra de golpe y su mirada se torna suplicante.
—Constanza, quiero que hablemos, por favor, es de suma importancia —insiste—. Podemos salir a dar una vuelta, a un lugar lleno de gente si tú quieres, pero…
—Ya te dije que no —lo corto con frialdad—. No sé cómo fue que llegaste aquí o cómo diste conmigo, pero no quiero verte. No tenemos nada de qué hablar.
—Me disparaste, claro que tenemos que hablar, ¿no lo crees? —gruñe, amenazante.
—Así que ahora está amenazándola,