Cillian
Entrar al departamento donde viví mis mejores momentos junto a Constanza es una verdadera tortura. No es la primera vez que vengo, pero sí la primera en la que sé que ella vendrá. No me importa cómo lo haga, pero estoy seguro de que lo hará.
—O eso espero, mi amor —susurro, colocando una mano en el ventanal de la sala—. Tienes que venir a verme esta noche.
Doy un trago a mi vino sin despegar la vista de la ciudad. Me importa poco el daño que me cause la bebida; la necesito para soportar esta emoción que me carcome.
Una vez que me termino el trago, vuelvo a repasar el departamento con la mirada, sintiéndome insatisfecho por no preparar algo especial para ella. No se lo merece, desde luego, es una maldita zorra, pero algo dentro de mí no me deja sentirme bien con ser tan escueto.
A pesar de todo, quiero volver a cuidarla; necesito sentir otra vez que me ama, que solo yo puedo protegerla.
—Necesito a mi dulce nena —susurro con melancolía.
No puede ser de otra manera. Por más imper