Con las manos apretadas en puños y el pecho invadido de impotencia,
tristeza y consternación, Cat se esfuerza por no apartar la mirada. Todosson conscientes de los horrores que ocurren a manos de los Convertidosy cada día no estar abandonado en las calles es una bendición. Pero verloen primera fila es algo distinto. Trata de reprimir sus emociones, cuentahasta diez, mientras toma pequeños respiros. El aire es viciado y espeso,el olor nauseabundo. Hay mucho qué procesar y no puede darse el lujo dedetenerse a lamentarse.—¡Por Dios santo! —murmura Owen detrás, puede sentir lossentimientos en su voz, los mismos que recorren su pecho.—Ve avisar a los demás.Owen retrocede a espaldas de Cat, buscando la escalera para salir. Laimagen que se abre solo puede ser descrita con una palabra: desgarradora.En el suelo, agrupadas sobre sucias co