Después de varios minutos, Jenkins aparece en la puerta. Lleva el sable
de luz ultravioleta cruzado en la espalda y un cinturón donde reposa unrevólver corto y sus municiones. Todos están atentos, a la espera de lasiguiente orden. Camina a paso firme al centro de la habitación. Toma unrespiro y clava su ojo en cada uno de los rostros que lo rodean. Sabe quees arriesgado, que cualquier cosa podría salir mal, pero no tienen de otra.—Todos saben muy bien que lo que estamos por hacer no será tareafácil —comienza a hablar—. Estamos por salir, con el cielo negro sobrenosotros. Puede que nos topemos con algunos Convertidos o quizás hastaalgún Original. Si logramos llegar hasta las puertas de Alana, una vezadentro tampoco será fácil. Recuerden que no sabemos con exactitudcuántas personas habitan esa base. Tenemos que se