Puede sentir que la llaman, abre los ojos y se topa de frente con el rostro
de Jenkins. Las imágenes de lo ocurrido invaden una a una su cabeza y lavergüenza comienza a realizar su camino, apoderándose de cada poro de sucuerpo. “Muy bien Cat, eso que venías a ponerle fin”, piensa. Ya se imaginala voz burlona de Amy riendo de ella y diciéndole una y otra vez “te lo dije”.—¿Estás bien? —le pregunta David—. Nos quedamos dormidos, vaser mediodía.—Sí, sí, claro —le dice, con la voz rasposa, mientras trata de levantarseenvuelta en la sabana.—¿Estás nerviosa por algo? ¿Te preocupa que no nos hayamos cuidado?“Oh dios, solo quiero que se calle, no incrementar esta vergüenza”,piensa Cat.—Porque sí lo hicimos —continúa—, fui muy