A pocos kilómetros de la base, los gritos se escuchan fuertes y claros.
La mente de Cat va inevitablemente a la noche en que Thomas murió. Lamisma desesperación y angustia se sienten en el aire. El auto avanza ypueden ver la escena atroz que está teniendo lugar. Todas las puertas de labase están abiertas, las luces de alarma brillan como faros en una nochesin luna, el sonido estridente de advertencia se repite sin cesar. Sobreel lugar, decenas de Originales sobrevuelan. En tierra, los Convertidosdesgarran la garganta de los que hacen frente. Un lamento ahogado suenaal lado de Cat y no le extraña ver lágrimas en los ojos de la doctora.—Todos alisten sus armas —ordena Jenkins a medida que se acercan.—¡No hay forma de que podamos ganar! —exclama Steve—. ¡Sondemasiados! Será un suicidio.—¡Nadie te obliga a ir