Capítulo 9.
La mañana se sentía más fría que de costumbre. Eleanor despertó sola en la cama, aunque sabía que Liam se había acostado a su lado. Se había levantado antes del amanecer, dejando un vacío que Eleanor sintió más que el frío.
Liam estaba en el salón, junto a la chimenea. No leía. Simplemente observaba las llamas. Su silencio era una broma a la ternura que la sociedad esperaba de un recién casado.
—¿Contento de haberme ganado anoche, O’Connell? —Eleanor no pudo evitar la punzada.
Liam se giró, su expresión era dura en sus ojos grises como el humo.
—No es una victoria, Eleanor. Es un fastidio. Me casé por el bienestar de mi padre, y tengo que tolerar la presencia de una esposa que me espía como un insecto. No encuentro la razón de esa carta.
—¿Y no se le ha ocurrido que yo, la persona que ha pagado tu lealtad, tenga el derecho de saber que no eres un jugador o que tengas alguna clase de vicio que pueda comprometer el honor de mi familia?
—Su derecho termina donde empieza mi honor. Nunc