Capítulo 10.
El reposo absoluto dictado por el Dr. Davies transformó la cabaña en una enfermería y el matrimonio en un estado de dependencia total. Tía Agatha, satisfecha de que “los muchachos se estaban uniendo cada vez más”, se dedicó a sus labores en la cocina, dejando a Liam como el único cuidador directo de Eleanor.
Liam había regresado a su uniforme de pantalón y camisa sencillos, pero ahora su autoridad no provenía del traje, sino del miedo que Eleanor le había visto en los ojos.
—¿Necesita algo, Eleanor? —preguntó Liam, entrando en la habitación con una bandeja de té. Tenía la voz tensa y un resentimiento palpable.
—Necesito la almohada de seda, Liam. No esta cosa de lana que pica.
—Tome lo que tiene, Eleanor. Si estuviera en el hospital, usaría la de lana. Deje de comportarse como una princesa que exige lujos cuando estuvo a punto de perder a su… a nuestro contrato.
—Estoy incómoda, ¡Es mi embarazo! ¡Mi cuerpo!
—Y mi apellido. Así que, coma la sopa que preparó Tía Agatha y no se mueva. No