Capítulo 5.
Eleanor encontró a Liam en la biblioteca, donde su nuevo estatus de yerno le permitía husmear entre los valiosos tomos de su padre. Él no leía; examinaba las inscripciones y los márgenes con una intensidad que la hacía dudar de su supuesta falta de educación.
—Necesito tu ayuda, O’Connell —Eleanor fue directa, tragándose su orgullo.
Liam levantó la vista del libro con una mirada lenta y evaluadora.
—¿La gran Eleanor Harrington pidiendo ayuda al chofer? Debe ser urgente. ¿Olvidó dónde puso sus diamantes o ha perdido algún otro capricho de la gente de su clase?
—Mi madre quiere desterrarme —expresó con un dejo de preocupación —quiere mandarme a la finca Berkshire, custodiada por mi tía Agatha, hasta que nazca el niño. No voy a pasar mi embarazo en un mausoleo rural, sin vida, sin lo que estoy acostumbrada.
—Es la solución más sensata para su “problema”. El campo es un excelente lugar para esconder los errores de la alta sociedad. Y para usted, un castigo que merece.
—¿No te importa? ¿No