Al día siguiente, cuando golpeé la puerta de la habitación de Gabrio me invitó a entrar. Al menos no estaba acostado en la cama, estaba sentado frente a la computadora.
ㄧ Te ves mejor que ayer. ㄧ Le dije como saludo y me sonrió. ㄧ Es un buen momento para cambiar las sábanas. ㄧ mencioné como quien no quiere la cosa. ㄧ ¿Te parece?
Gabrio asintió con la cabeza pero no se movió de la silla. No había que hacer mucho esfuerzo para recoger las sábanas, estaban completamente enrolladas y salidas de su lugar, las apilé en el centro de la cama y miré a Charmander, que estaba en sobre el colchón.
ㄧ Creo que Charmander necesita un baño. ㄧ Y lo metí en la pila de las sábanas.
ㄧ Yo también necesito un baño. ㄧ dijo, y lo miré.
ㄧ Podrías bañarte mientras arreglo la cama… ¿Sabes dónde hay sábanas limpias?
Negó con la cabeza y a pesar de que estaba segura de que sí sabía, salí con la sábanas sucias -que olían fatal- y busqué a Emilia.
La encontré en el jardín, sentada en una mecedora. Se sobresaltó al verme con las sábanas y me llevó a buscar sábanas limpias al lavadero.
ㄧ Ni siquiera sé cuándo fue la última vez que cambió las sábanas. ㄧ reconoció Emilia mientras me daba sábanas limpias.
Volví a la habitación de Gabrio y él no estaba, supuse que se estaba bañando así que aproveché y corrí las cortinas y abrí la ventana para que el aire se renovara. Tendí la cama con rapidez, golpeé las almohadas apelmazadas y sacudí el nuevo acolchado liviano antes de extenderlo sobre la cama. El sol y el aire cálido entraban por la ventana y la habitación parecía otra. No estaba segura de cuánto más podía hacer ahí sin ser demasiado entrometida, pero junté la ropa que estaba en el suelo para llevarla al lavadero luego, por puro instinto revisé los bolsillos en busca de cosas que pudieran dañar la lavadora, y en uno de los pantalones encontré sobrecitos diminutos con pastillas de todos los tamaños. Los dejé sobre la cómoda, incapaz de hacer otra cosa, y dejé la ropa arrinconada para bajar luego al lavadero.
Me quedé junto a la ventana mirando el césped bien cortado del patio, pensando en las pastillas recientemente encontradas, pero mis pensamientos duraron poco tiempo: tenían piscina y Enzo chapoteaba ahí con unos amigos. Envidié a Enzo, era el único que realmente la pasaba bien, hacía calor y el agua era tentadora.
ㄧ Hay mucha luz. ㄧ Dijo la voz de Gabrio a mis espaldas, y me apuré a cerrar las cortinas, pero no las ventanas, para que el aire nuevo entrara.
ㄧ Quería saber si puedo vaciar los ceniceros… ㄧ Le pregunté mientras se vestía con ropa limpia.
ㄧ No sos mi empleada. ㄧ Dijo sin mirarme, y yo giré los ojos… técnicamente sí lo era, pero él no lo sabía.
ㄧ Si vamos a pasar el día acá adentro al menos exijo el mínimo de orden y limpieza. ㄧ Improvisé, logré su atención y se giró a mirarme.
ㄧ ¿Te vas a quedar a pasar la noche? ㄧ Me preguntó y vi un brillo de esperanza en sus ojos… si eso era lo que él quería, podía usarlo a mi favor.
ㄧ No creo que sea una buena idea… Y aparte no podría dormir en esta habitación que huele a cenizas húmedas de hierba y ropa sucia.
Se sentó en la silla de la computadora y encendió el monitor.
ㄧ Podes vaciar los ceniceros. ㄧ Me indicó, y se calzó los auriculares.
No sólo vacié los ceniceros, llevé toda la ropa sucia a lavar y acomodé lo mejor posible las mesas de luz y la superficie del escritorio mientras él… ¿qué hacía? No estaba jugando.
ㄧ ¿Qué haces? ㄧ Le pregunté mientras juntaba las cosas del escritorio.
Se sacó los auriculares y me los dio. Música. Hacía música. Reconocí el estilo que había sonado en el auto rojo la primera noche.
ㄧ ¿Lo haces vos? ㄧ pregunté, sorprendida.
Gabrio asintió con la cabeza y me pidió los auriculares de vuelta, pero no se los puso, los dejó sobre el escritorio.
ㄧ Si te quedas esta noche… ㄧ Empezó, pero no terminó, lo miré esperando que siguiera, tenía toda mi atención. ㄧ … podríamos… meternos en la piscina.
ㄧ ¿A la noche? ㄧ Pregunté, bastante confundida.
ㄧ Enzo se pasa todo el día ahí, no quiero ver a sus amigos.
Sonaba lógico.
ㄧ No me puedo quedar esta noche, me esperan en casa.
Asintió con la cabeza sin ocultar que estaba desilusionado.
Me quedé en silencio pensando ¿qué podía ser tan malo si me quedaba a dormir? Gabrio jamás se había acercado a mí, parecía entender mejor que yo misma que solamente era una “acompañante terapéutica”.
Busqué mi celular y le escribí a mi mamá que me habían pedido pasar la noche con mi nuevo niño. Así lo llamaba en casa “el nuevo niño” que para mi madre tenía 5 años y una discapacidad… odiaba ser tan mentirosa, pero decir la verdad era peor.
Le puse las manos en los hombros y acerqué mi rostro al suyo.
Me miró sorprendido y se corrió el auricular.
ㄧ ¿Me puedo quedar a dormir esta noche?
Trató de disimular la sonrisa que se le formaba en la cara, pero no fue muy efectivo. Asintió con la cabeza y se sacó completamente los auriculares, iba a decirme algo, pero lo interrumpí.
ㄧ Le voy a preguntar a tu mamá si necesita que la ayude con la cena… debe estar harta de darme de comer todos los días.
Y me fui lo más rápidamente posible, antes de que Gabrio me dijera algo. El corazón me latía más apurado que de costumbre, me preocupaba la idea de pasar la noche ahí, sin dudas.
Busqué a Emilia por toda la casa, no sólo le iba a decir que me quedaba sino que no era necesario que me pagara “las horas extras”, no quería que creyera que era una estafadora.
Pasé cerca de una ventana que tenía vista a la piscina, Enzo y dos chicos más jugaban en el agua, uno de esos chicos era Román, claro, era amigo de Enzo, de ahí lo conocía Gabrio.
Suspiré. Se veían felices y despreocupados. No es que quisiera estar con ellos, pero pasar ese día encerrada en una habitación a oscuras sí que era un trabajo. ¿Esto es el odio de clase? Emilia apareció a mis espaldas, asustándome sin intención.
ㄧ Justo te estaba buscando. ㄧ Le dije mientras recuperaba el aliento. ㄧ Esta noche ¿me puedo quedar a dormir? ㄧ Pregunté, tímida.
ㄧ Claro, querida. ㄧ No parecía traerle ningún problema la idea de que una desconocida se quedara ahí.
Fuimos juntas a la cocina y preparé una bandeja con dos vasos altos con jugo y dos pedazos de budín de limón y amapolas que cortó Emilia.
Volví a la habitación de Gabrio con la bandeja. Me sorprendió encontrarlo mirando por la ventana hacia la piscina, se oían los chapuzones de los chicos jugando en el agua.
ㄧ Traje jugo. ㄧ Le anuncié, y cerró la cortina a sus espaldas.
ㄧ Creí que te habías ido con ellos. ㄧ reconoció.
ㄧ ¿Por qué me iría con ellos? ㄧ Apoyé la bandeja en la cama y me arrodillé en el suelo para no sentarme en la cama y que la bandeja tambaleara.
ㄧ Porque ellos son felices, están llenos de vida…
Me encogí de hombros, ya tenía un pedazo de budín en la boca. Gabrio se había puesto el colirio en el ojo, tenía un manchón amarillo debajo del párpado.
ㄧ Vos también podrías ser como ellos. ㄧ Mencioné sin pensar demasiado.
ㄧ No, no puedo. ㄧ Me respondió enojado.
Supe que había metido la pata… pero ya había tirado las cartas y no podía hacerme hacia atrás.
ㄧ ¿Quién dice? ㄧ Lo provoqué
Tenía los puños apretados y el cuerpo tenso, y yo, muy tranquila, masticando budín con el vaso de jugo en la mano.
ㄧ No tenés idea lo que es vivir con esto… ㄧ Me dijo con los dientes apretados.
Negué con la cabeza.
ㄧ ¿Por qué no me lo contás?
No esperaba que le dijera eso, lo saqué de eje y arrojó al suelo una figura hecha de legos, que estalló en mil piezas. Ni siquiera me inmuté, lo observé hacer el berrinche, tal y como hacía con los mellizos.
ㄧ ¿Tenés idea lo que es vivir con dolor constante? Un dolor que parece inventado, porque no podés decir dónde es, no es el ojo, no es la cabeza… me duele el cerebro, todo el tiempo. ㄧ Se arrodilló enfrente mío y me intimidó ligeramente. ㄧ Me duele tanto que… quisiera arrancarme el ojo. Pedí que me lo extirparan miles de veces desde que tengo cinco años, pero esa no sería la solución, es mucho más complicado ¡y este dolor! Me está volviendo loco, Paula, no puedo ser normal si todo el tiempo lucho contra la idea de arrancarme este… problema… con mis propias manos.
Sentí pena por él. Más de la que ya sentía. Le toqué la pierna con mi mano libre y él pareció extrañado por mi contacto.
ㄧ Me alegro que me lo hayas contado, podes confiar en mí. ㄧ Le dije y él apoyó su frente en mi hombro derecho.
Ambos estábamos de rodillas en el suelo, mi espalda apoyada contra la cama y él encorvado, con solamente su frente en mi hombro derecho.
Le acaricié el cabello suavemente, me gustaba el contacto con su pelo, más ahora que estaba limpio y olía bien.
ㄧ Olés bien. ㄧ Reconocí, y él se irguió para verme.
ㄧ Gracias. ㄧ Me dijo, y se puso de pie para salir de la habitación.
No tenía sentido perseguirlo por la casa, me quedé ahí arrodillada al lado de la cama, comiendo budín con placer. Si seguía comiendo así iba a engordar.
Ya no se oían los chapuzones de Enzo y sus amigos en la piscina y lo agradecí bastante, no quería seguir soportando la alegría de los otros.
Gabrio volvió un rato después y se volvió a arrodillar frente mío.
ㄧ Perdón. ㄧ dijo, bastante compungido.
Intenté no darle más importancia al asunto y le dije que juntaramos los legos esparcidos.