Mundo ficciónIniciar sesiónGabrio no tenía que sospechar que eso era un trabajo, esa era la única condición, así que no haber recibido respuesta a mi mensaje fue el puntapié inicial para acercarme a su casa con total inocencia.
Emilia me recibió feliz y me invitó a pasar. Fui derecho a la habitación de Gabrio y toqué la puerta. No respondió, volví a tocar y tampoco hubo respuesta, así que abrí la puerta lentamente y asomé la cabeza. Estaba acostado, de costado y enrollado en las sábanas, el brazo derecho le colgaba afuera de la cama.
ㄧ¿Gabrio? Soy Paula… ¿puedo pasar?
Alzó la cabeza apenas un poco, pero volvió a dejar caer la cabeza sobre la almohada. La habitación olía fatal, a encierro, a







