12 - 122 días

Por la noche le envié un mensaje a Gabrio, respondió bastante rápido, con una foto de él y Enzo juntos en la computadora. Respondí con un emoji y me acosté en mi cama demasiado estrecha, con vista al cielo raso descascarado.

Extrañé la hermosa casa de Gabrio, y de cierta manera también lo extrañé a él. 

Según lo que me había dicho Emilia los días buenos de Gabrio solían ser pocos. Así que lo dejé disfrutar a solas de su explosión de energía un tiempo más antes de aparecer por su casa con un plan bien formado.

Llegué por la tarde y si bien no me esperaban, se alegraron de verme. Gabrio seguía tal como lo había visto por última vez, había estado en la computadora todo ese tiempo, ahora tenía 10 bases hechas que estaba ansioso por mostrarme. Había otra silla en su habitación, y agradecí internamente a Enzo por eso. 

ㄧ Me gustan mucho. ㄧ reconocí con sinceridad después de escucharlas todas mientras Gabrio anotaba algunas cosas azarosas en una libreta con su letra errática y angulosa. 

ㄧ Tengo que corregir…

No lo dejé terminar.

ㄧ Creí que íbamos a ir a tomar algo. ㄧ lo interrumpí y me miró desconcertado. ㄧ Trabajaste mucho, festejemos. 

Le mostré un lugar en la pantalla de mi celular mientras le explicaba que quedaba cerca, que estaba oscuro y que era muy tranquilo. 

ㄧ No quiero salir. ㄧ respondió.

ㄧ Pero yo sí, no seas egoísta, siempre estamos acá… ¡hasta me vestí para salir! ㄧ Me había puesto el vestido que me había comprado con la giftcard, estaba ansiosa por estrenarlo. ㄧ Yo te invito, comemos algo liviano y volvemos.

Lo pensó bastante y terminó accediendo. Lo ayudé a elegir ropa para salir, en su vestuario no había colores, todo era negro o azul muy oscuro o verde opaco. Mi vestido era lila con florecitas violetas y cuando lo noté inmediatamente me arrepentí de haberlo comprado… tendría que haber elegido el rojo para que Gabrio pudiera verlo con ambos ojos. 

Al menos Gabrio estaba limpio y a pesar de que olía bien se puso perfume sin que se lo pidiera, y ahora olía todavía mejor. En su habitación no había espejos, así que tuvimos que vernos juntos en el espejo de la sala de estar, pero eligió no verse y por el tono que usó entendí que insistir no valía la pena. 

Salimos sin dar explicaciones ante la mirada atónita de Emilia y en vez de usar el auto negro se subió al rojo. En cuanto lo encendió la música nos envolvió, no la apagó, solamente bajó el volumen lo suficiente para que quedara apenas audible. Reconocí enseguida que era una de las pistas que Gabrio había grabado, sin dudas Enzo era su fan número uno.

Sabía que Gabrio no quería salir y mucho menos ir a un lugar público, así que le pedí a la mesera que nos ubicara en el lugar más tranquilo del salón, pero a su criterio el lugar más tranquilo era la terraza, adornada de pequeñas lucecitas anaranjadas. Estábamos solos, era temprano y Gabrio se tragó su ansiedad social para poder acomodarse. 

Estuvimos bien hasta que empezó a llegar gente, estaba incómodo, pero lo podía controlar, y lo estaba haciendo muy bien hasta que un grupo de chicas hermosas nos pidieron las sillas sin usar que estaban en nuestra mesa. Les dije que se las llevaran y se deshicieron en risitas y meneos de cabelleras infinitas.

ㄧ Vamonos. ㄧ indicó Gabrio y se levantó de la silla.

Lo retuve.

ㄧ Tenemos que pagar la cuenta. ㄧ Le avisé y llamé a la mesera, pero Gabrio estaba muy nervioso, no dejaba de mirar a las chicas que nos habían pedido las sillas.

ㄧ ¿Por qué te pusieron tan incómodo? ㄧ Le pregunté mientras trataba de no perder de vista a la mesera.

ㄧ ¿No te diste cuenta? Se están riendo de mí.

No pude evitar una exclamación de sorpresa que alteró todavía más a Gabrio.

ㄧ No se están riendo de ti. ㄧ Lo tranquilicé. ㄧ Gabrio… de verdad, ¿no te diste cuenta? 

Se tapaba con la mano el ojo derecho, como si le doliera la cabeza. 

ㄧ Me quiero ir, Paula. ㄧ Insistió. 

Le hice una seña más insistente a la mesera pidiéndole la cuenta y recién ahí pareció verme y me alzó el pulgar, indicando que me había visto.

ㄧ Ya nos vamos. Pero tenés que entender que esas chicas no se ríen de ti.

ㄧ ¿Y por qué miran para acá y se ríen? ¿Por qué vinieron a buscar las sillas? Hay más sillas vacías allá. ㄧ realmente estaba desesperado

Se me escapó una risa. De verdad Gabrio no se daba cuenta.

ㄧ Les gustás. ㄧ Lo espabilé con sinceridad.

Me miró desconcertado.

ㄧ No te rías de mí. ㄧ Me advirtió muy serio.

ㄧ Te estoy diciendo la verdad, están coqueteando. Deben creer que soy tu hermana porque te están mirando desde que llegaron. 

Ya las había visto mirarlo, eran tres y una más hermosa que la otra, probablemente todas niñas ricas o por lo menos sin preocupaciones.

ㄧ Me miran porque soy deforme. ㄧ espetó con rabia.

ㄧ Gabrio, no eres deforme. ㄧ Busqué sus ojos y le bajé la mano con la que se cubría el rostro.ㄧ tu cara es perfecta, ni siquiera se nota que el ojo derecho está más caído que el izquierdo, hay que mirar muy de cerca y con mucha atención. ㄧ No mentía, Gabrio tenía un rostro privilegiado, armónico por completo, probablemente su boca y su nariz fueran las más perfectas que había visto en mi vida. 

La mesera me trajo la cuenta, pero Gabrio le dio la tarjeta y le pidió que no demorara. 

ㄧ ¿Hace cuánto que no te ves en el espejo? ㄧ pregunté

Negó con la cabeza.

ㄧ Años. ㄧ respondió. ㄧ No soporto verme.

Podía entenderlo, a veces no me gustaba lo que encontraba en mi reflejo, pero lo de Gabrio iba más allá de un mal día.

ㄧ Bueno, si salieras más seguido te darías cuenta de que no solo no eres feo, sino que las chicas creen que eres lindo. ㄧ y dediqué una mirada de reojo a las tres chicas que tomaban algo de colores en vasos altos con sorbetes.

Quise decirle que aparte de ser estéticamente atractivo también era rico y eso era suficiente para volverlo deseable para cualquiera, pero preferí callarme y repasar mentalemente las cualidades positivas que había visto en Gabrio hasta ahora. Era talentoso con la música, y eso no era poca cosa. Podía ser tierno -casi rozando lo extraño-, era complaciente -porque después de todo estábamos ahora en ese bar porque quiso darme el gusto-. Pero también ese mismo Gabrio podía desear arrancarse el ojo con un cuchillo de carnicero. 

La mesera nos trajo el ticket y dejé la propina bajo un vaso antes de levantarme y correr detrás de Gabrio, que ya estaba casi al pie de la escalera esperandome para bajar aunque bajó delante mío… para darme la mano y ayudarme a bajar los últimos dos escalones que eran de metal y temblorosos. 

Me cohibí por su gesto, lo había hecho con total naturalidad, pero esa clase de gestos pueden derretir corazones. No lo dejé avanzar, lo retuve frente al espejo de cuerpo completo que estaba antes del baño.

ㄧ Me gustaría que te vieras al espejo antes de volver.

ㄧ ¿Por qué me haces esto? ㄧ Me preguntó fastidiado, sabía que estaba cerca del límite.

ㄧ Porque… ㄧ mi cerebro trabajó a toda velocidad. ㄧ quiero que veas cómo te queda la ropa que te elegí que fue todo un éxito con el sexo opuesto.

Tardó en aceptar, lo pensó bastante antes de pararse delante del espejo con bastante desgano. Me paré a su lado, nos veíamos bien juntos y se lo dije. Sonrió involuntariamente.

ㄧ Tengo que usar plataformas para estar a tu altura. ㄧ Murmuré mientras me ponía en puntas de pie para compararme mejor. 

ㄧ Me gusta tu vestido. ㄧ dijo mirándome por el espejo, y acomodó uno de los volados sobre el hombro que se había dado vuelta por el movimiento.

ㄧ Es nuevo. ㄧ reconocí. ㄧ me di cuenta tarde que tendría que haber elegido el rojo para que puedas verlo mejor. ㄧ ¿Y esa sinceridad, Paulita?

ㄧ Lo veo. ㄧ Me dijo y se señaló frente al espejo el ojo izquierdo.

ㄧ Ya sé, pero quería que lo vieras con ambos ojos.

Sonrió otra vez.

ㄧ Te preocupas demasiado por mí. ㄧ reconoció, y yo estuve a punto de decirle que ese era mi trabajo, pero preferí mencionar que era momento de irnos.

Dentro del auto me pidió cinco minutos para ponerse el colirio y en un rapto de osadía le pregunté si podía ver otra vez su ojo. Accedió sin problema y se levantó el párpado. Se veía tan extraño que parecía sacado de ciencia ficción, en cualquier momento una nave espacial iba a emerger de su pupila. Lo observé de cerca ponerse el colirio espeso y amarillento y apretar los párpados con fuerza después de recibir la gota. 

Lo observé atentamente, analizando por qué ese chico se sentía monstruoso. Reconocí que el dolor nos puede distorsionar la vida, pero Gabrio estaba en otro nivel, algo estaba realmente mal en su cabeza y era mucho más que el ojo. 

Gabrio se aclaró la garganta y encendió el auto, la música volvió a sonar y esta vez subí un poco el volumen, me gustaba particularmente esa pista que sonaba ahora.

ㄧ Esta es mi favorita. ㄧ Le dije, y me sonrió aferrado al volante del auto.

ㄧTambién es mi favorita. ㄧ mencionó y salió lentamente del estacionamiento, completamente concentrado en hacer marcha atrás. Admití internamente que se veía sexy, pero me pellizqué la pierna para no pensar en eso. ㄧ ¿Te quedas a dormir conmigo? ㄧ Me preguntó cuando ya había salido del estacionamiento y avanzaba por la calle.

ㄧ ¿Para qué? Si después no dormís. ㄧ Lo estaba provocando, pero no se dio por aludido.

ㄧ Te prometo que esta noche si duermo. 

Me reí, pero rechacé la propuesta: quería volver a mi casa, o eso creí, porque cuando me dejó en la esquina supe que en realidad quería irme con él.

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