13 - Olvídalo

Me preparé una mochila con ropa antes de salir a la casa de Gabrio, preparada por si me invitaba a dormir otra vez o a zambullirme en su pileta, en realidad deseaba que me invitara a quedarme, tenía que admitir que me gustaba más estar con él que en mi casa. 

Cuando llegué me atendió Hilda, que se puso feliz de verme y saltó a mi alrededor como un perrito feliz.

ㄧ La milagrosa. ㄧ Me dijo después de llenarme de besos.

ㄧ¿Cómo está hoy Gabrio? ㄧ Pregunté por lo bajo.

ㄧ Bien, bajó a comer y eso ya es mucho. Ahora está con su hermano en la habitación. ¿Querés que te prepare algo para comer? 

¿Cómo resistirme? Le pedí que preparara algo que iba a buscar a los chicos a la habitación, pero en la escalera me lo encontré a Enzo, que bajaba. Me pidió con un gesto que no hablara y me llevó hacia un rincón de la casa que no conocía, era una biblioteca.

ㄧ Necesito pedirte un favor. ㄧ empezó con una sonrisa pícara en el rostro. ㄧ Es de imperiosa necesidad que convenzas a Gabrio de mostrar su música en una fiesta. 

Me quedé esperando más información… pero no había más.

ㄧ ¿Se lo pediste ya? 

Enzo meneó la cabeza antes de responderme.

ㄧ Sí y no. No formalmente, sólo... lo sugerí. Obviamente me dijo que no, por eso necesito que me des una ayudita para que acepte. ㄧ Ante mi cara de duda Enzo siguió. ㄧ Está teniendo su mejor momento productivo, tiene 15 pistas hechas, corregidas, listas para salir… necesito mostrarlas… y venderlas. Tengo gente que está desesperada por tener una pista de Gabrio, pero hace un año que no graba nada, bueno, no un año, nueve meses, pero es casi un año.

ㄧ No puedo obligar a Gabrio a hacer nada…

Enzo se rió de mí en mi cara.

ㄧ Sí puedes. ㄧ Me miró serio y me intimidó. ㄧ Ayer lo llevaste a comer afuera, o lo obligaste o haces magia. 

Me sentí extrañamente halagada…

ㄧ Lo voy a intentar, pero no tiene que darse cuenta de que te estoy ayudando.

Enzo sonrió y me mostró su dentadura perfecta. Salimos juntos de la biblioteca y subí las escaleras para buscar a Gabrio. Ni siquiera me sorprendí de verlo en la computadora. Él no me había visto, así que me acerqué despacio y le acaricié el pelo.

Se le iluminó el rostro al verme y quise llenarlo de besos como a los gemelos cuando se alegraban de verme. Pero no lo hice. 

ㄧ ¿Hay música nueva? ㄧ Pregunté y me senté en la otra silla. Gabrio me hizo escuchar lo nuevo que tenía, todo sonaba bien, realmente era talentoso. ㄧ Seguramente hay fila para comprar estas pistas. ㄧ mencioné después de escuchar todo y Gabrio se encogió de hombros.

ㄧ No tengo ganas de vender estos. ㄧ Me confesó.

ㄧ ¿Por qué? Sería una pena que se quedaran sin que nadie los disfrute.

Nos miramos en silencio. 

ㄧ Estas bases son míos, no quiero soltarlas.

No quise seguir con el tema, y le avisé que le había pedido a Hilda que prepare algo rico para nosotros y para mi sorpresa aceptó sin chistar. 

Tomamos jugo con muffins en el patio techado, cerca de la pileta, Hilda nos había preparado un lugar ahí y a Gabrio no pareció molestarle, quizá porque estaba cayendo la tarde y las luces eran menos fuertes.

ㄧ ¿Te vas a quedar a dormir? ㄧ Me preguntó mientras me observaba morder un muffin.

Asentí con la cabeza y tuvo que preguntarme si hablaba en serio, nunca antes había aceptado tan rápido.

ㄧ Sí, hoy me quedo, hasta traje ropa para que no me tengas que prestar nada. 

No pudo, ni quiso, disimular la sonrisa.

ㄧ ¿Por qué siempre querés que me quede?  ㄧ Le pregunté, no me lo había preguntado antes y de repente era una duda legítima.

ㄧ Me gusta pasar tiempo contigo. ㄧ Me respondió muy tranquilo.

Eso nadie podía negarlo… pero mi pregunta era ¿Porqué le gustaba pasar tiempo conmigo? No la hice, no me atreví a oír la respuesta.

Volvimos a subir a la habitación y dio un par de caladas a su pipa, parecía pensativo.

ㄧ Enzo quiere llevarse las bases nuevas a una fiesta. ㄧ Me dijo con la boquilla de la pipa en los labios, parecía un profesor de Harvard.

ㄧ ¿Y qué harás? ㄧ Le pregunté sentada en su silla, frente a la computadora que tenía el monitor apagado.

ㄧ ¿Qué debería hacer? ㄧ Me preguntó y se sentó en la otra silla. 

Me encogí de hombros. 

ㄧ Dijiste que no querías deshacerte de estas pistas nuevas....

Asintió con la cabeza lentamente y encendió otra vez la pipa. 

Podría haber presionado un poco más para que aceptara, pero hacerle ese favor a Enzo no iba a tener ningún rédito para mí, preferí que Gabrio decidiera solo.

Mientras estuvimos ahí me mostró cómo retocaba una base, eran detalles de sonido tan insignificantes para mí que no podía creer que él los notara, me quedé embobada mirándolo, viendo de cerca su habilidad… si no estuviera tan roto por dentro sería perfecto. 

ㄧ Escuchá ahora. ㄧ Me pidió, con la pista corregida. No podía negar que sonaba bien, pero mis oídos inexpertos no encontraban diferencia.

ㄧ Tienes mucho talento. ㄧ reconocí. ㄧ Podrías ser famoso. 

Se rió de mis palabras, pero después de un rato me habló muy serio.

ㄧ ¿Te gustaría que sea famoso? ㄧ preguntó.

¿Por qué me lo preguntaba a mí?

ㄧ No quisiera que te olvidaras de mí por una fila de groupies. ㄧ dije en mi tono más pícaro, pero él estaba muy serio. 

ㄧ Jamás me olvidaría de ti. ㄧ Me dijo muy serio, tanto que me intimidó bastante. 

ㄧ No tenemos alianzas, tenés derecho a una fila de groupies. ㄧ Respondí para alivianar la situación y dos segundos después pareció relajarse, o al menos ya no parecía tan serio. 

Para la hora de la cena le pregunté si quería bajar a comer o que subiera la comida, eligió lo segundo y aproveché el hecho de escaparme de su habitación para ir al baño y estirar un poco las piernas. 

Cuando salí del baño Enzo me esperaba en la puerta de su habitación, se cruzó el dedo índice sobre los labios y me pidió con la mano que fuera con él. Sospechaba por donde venía el asunto así que entré a la habitación de Enzo. Era la primera vez que estaba ahí y me sorprendí con el contraste de la habitación de Gabrio. Enzo tenía todo ordenado, un estilo más bien minimalista, las cortinas despejadas y las ventanas abiertas, todo tan luminoso, en blanco y gamas de celeste que parecía sacada de un barrio naútico. 

Me llevó hasta su computadora y me mostró en la pantalla muchos modelos de celular. 

ㄧ ¿Cuál te gusta? ㄧ Me preguntó en un susurro. 

Lo miré con el ceño fruncido.

ㄧ Si logras que Gabrio acepte lo de la fiesta y su música tu premio es un celular, ya vi que el tuyo no da para más, es un trato justo por… tu habilidad con él.

Me crucé de brazos, no me gustaba el tono que estaba usando.

ㄧ Gabrio es una persona independiente, no hace todo lo que yo le digo.

ㄧ ¿El rosa? Sé que te gusta el rosa. ㄧ Me dijo señalando con el puntero del mouse un celular precioso de color rosa pálido… era de ensueño. 

Lo pensé muy poco, ¿qué tenía que perder yo? Si no aprovechaba esta oportunidad única jamás iba a tener un celular así, si le estaba dando todos mis ahorros a mi madre…

ㄧ El rosa me gusta. ㄧ Acepté, y Enzo lo puso en su lista de favoritos.

ㄧ Si hace quince temas más tu próximo premio podría ser una laptop. ㄧ Tanteó con astucia.

Me reí de esas palabras y salí de su habitación. Estaba por entrar a la habitación de Gabrio cuando recordé que iba a decirle a Hilda que íbamos a comer en la habitación, así que cambié de rumbo y bajé las escaleras.

Hilda escuchaba boleros en el cuarto de lavado y me sorprendió encontrarme a Emilia tarareando la letra desde la sala de estar, estaba frente a una laptop, con sus enormes lentes estilizados.

ㄧ Querida. ㄧ Me llamó con la mano en cuanto me vio. Y mientras me acercaba buscó en su cartera dinero. Quise decirle que no tenía que pagar horas extras, pero a Emilia no parecía importarle… ¿cuánto dinero tendría esa gente que podía darse el lujo de pagar sin mirar y sobornar con celulares de precios imposibles?

Malditos ricos.

ㄧ Vamos a cenar en la habitación. ㄧ Le avisé mientras guardaba el dinero, que olía a Emilia, en el bolsillo del pantalón.

ㄧ Está bien, querida, avisale a Hilda que te suba la bandeja. 

Busqué a Hilda en el cuarto de lavado y al verme sonrió con dulzura, para esa mujer yo era una santa, era “la milagrosa”. Le pedí que nos subiera una bandeja con la cena y ella accedió gustosa. 

Volví a la habitación con Gabrio, que estaba probando unos sonidos para los que me pidió opinión. Traté de ser objetiva, pero mi conocimiento del tema es lo más cercano a cero posible.

ㄧ No sé nada de música, Gabrio. ㄧ Me sinceré con él. ㄧ Tu eres el experto. 

ㄧ Pero en mi lugar… ¿Qué harías? ¿Cuál elegirías?

¿Por qué me lo hacía todo tan fácil?

ㄧ Creo que todo lo que haces es genial, que tenés mucho talento y que… me da lástima que el resto del mundo se pierda escuchar tu música. 

ㄧ ¿Te gustaría que aceptara la propuesta de Enzo? ㄧ No me miraba, miraba la pantalla mientras hacía algo imposible para mí.

Me encogí de hombros para fingir indiferencia.

ㄧ Es una buena propuesta… pero es tu música y es tu decisión. 

Suspiró y estiró el cuello hacia los costados para hacerlo sonar. 

ㄧ Hilda me dijo que iba a hacer tu comida favorita. ㄧ Le dije, sonriente, para cambiar de tema, pero él seguía pensando en sus cosas. 

Así que opté por dejarlo pensar y acostarme en la cama con Charmander entre mis brazos. Si quería resultados positivos no tenía que presionarlo.

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