Se sostuvieron la mirada. La chamán y el hijo del alfa. Un duelo entre las que podía sentirse como dos autoridades.
—No voy a enfrentarme a mi padre para liderar la manada de Sita —sentenció Jan con voz firme y dura.
Lía rio con un tono agudo.
—Ese nunca fue tu destino, muchacho —le contestó—. Pero eres un alfa. Es hora de que muestres tu autoridad. Que consolides tu manada. Vuestra manada.
—¿Se ha vuelto loca del todo? ―masculló Hang.
―¿Eres un cobarde? ¡Sabes que puedes hacerlo! ¡Sabes que has de hacerlo! ―soltó Lía alzando el tono.
―No… ―La joven loba empezó a temblar y los dos machos a su lado, el que era su pareja y el que, por lo que había entendido, era su hermano, empezaron a removerse, incómodos. Sally se acercó a Ned.
Jan apretó la mandíbula y apenas fui consciente de que se separaba de mí para lanzarse hacia adelante, transformándose en el salto. Un lobo. Mi lobo. Se alzaba de forma majestuosa frente a mí. Rugió con fuerza. Contra Lía, diría, o, tal vez, contra el mundo ent