La noche había caído sobre la ciudad como un manto pesado, pero Jade no sentía el frío. La determinación la envolvía, un calor intenso que la impulsaba hacia adelante. Con Liam a su lado, la orquídea blanca en su mano era el único toque de fragilidad en su determinación. El destino: la imponente sede de Phoenix Enterprises, un rascacielos de cristal y acero que se alzaba como un monumento al poder de Hywell en el centro de la ciudad.
El viaje fue silencioso, pero el aire dentro del auto de Liam vibraba con una tensión palpable. Liam miraba a Jade de vez en cuando, sus ojos verdes reflejando una mezcla de preocupación y respeto por la valentía silenciosa de la mujer a su lado.
—¿Estás segura de esto, Jade? —preguntó Liam, rompiendo el silencio cuando se acercaban al distrito financiero, su voz baja y cautelosa después de tanto silencio—. Todavía podemos dar la vuelta. Hay otras formas de encontrar respuestas.
Jade negó con la cabeza, su mirada fija en la silueta oscura del edificio de