El tiempo se detuvo. La impactante revelación de Jade sobre su embarazo congeló el aliento en la garganta de Hywell y Nick. El aire en la habitación se volvió denso, cargado con la tensión de un futuro incierto, un futuro que, para uno de ellos, nunca llegaría. Los ojos de Jade, llenos de lágrimas y una vulnerabilidad que nunca antes había permitido mostrar, se clavaron en los de Hywell.

—No era la forma en que quería decírtelo —susurró Jade, su voz apenas un hilo, un eco de la verdad recién desvelada. El miedo, la esperanza y el arrepentimiento se mezclaban en su mirada.

Hywell, que hasta ese instante había estado petrificado, parpadeó. Una sonrisa lenta y hermosa, a pesar del caos que los rodeaba, se dibujó en sus labios. Sus ojos, llenos de un amor y una devoción abrumadores, se encontraron con los de ella.

—Sin peros, Jade —interrumpió Hywell, su voz era suave, pero firme, como una caricia en el caos—. Fue perfecto. Fue el momento más perfecto para decirme por quien luchar.

La son