Patas arriba en la caneca

Incluso la mujer que atendía el bar parecía estar atenta a lo que Rubén estaba por decirle a su hermano. Después de haber pedido una cerveza, dorada para él, roja para Marge, se sentó y, con los dieciocho oídos puestos encima suyo, explicó su punto.

—Hermanito, ¿viste lo que pasó hace un momento allá afuera? ¿Cuando todos te celebraban por tu compromiso con EmiCrusher, y les pidieron que posaran juntos?

—¿Lo viste? —preguntó Javier. 

—¿Que si lo vi? ¡Fui yo el que les pidió la pose de beso!

—Ah…

—Bien, imagina eso mismo replicado veinte millones de veces, una por

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