Emily es una joven influencer, dedicada al mundo gaming, que un día recibe un reto inesperado de parte de uno de sus seguidores, un multimillonario de las criptomonedas con una identidad oculta y que, tras vencer a Emily, quedan comprometidos en un contrato matrimonial del que no podrán liberarse por temor a perder a sus seguidores, quienes resultarán siendo los verdaderos influenciadores en la vida de Emily.
Leer másEra un día como cualquier otro en el canal de Emily. La super gamer saludaba a sus seguidores mientras alineaba píxeles en forma de frutas y pasteles en la pantalla, haciéndolos desaparecer en rápidas sucesiones de explosiones multicolores. Quienes la veían quedaban impresionados en los primeros segundos, emocionados al ver que una chica tan joven, y en extremo guapa, consiguiera elevar su score más rápido de lo que la máquina podía calcularlo.
—Gracias, chicos y chicas, los amo —decía Emily, conocida en el mundo del stream gamer como EmiCrusher—. Me encantan sus likes, son como estos dulces que se ven tan monos, ¿a que no provoca comérselos? Díganme, ¿cuál es su dulce favorito? Déjenlo en sus comentarios. ¡Les prometo un cosplay con el dulce ganador!
No siendo suficiente con los estallidos de píxeles multicolores, la pantalla de EmiCrusher se llenó de corazones flotantes, manos con el pulgar levantado, emoticones enamorados y sonrientes, hasta billetes y signos de dinero empezaron a flotar por encima del agigantado score de la gamer.
—Recuerden, mis crunchi adictos, que mañana tenemos día de retos —dijo Emily, terminando de rematar las últimas líneas de dulces y pasteles—. Para quienes son nuevos en el canal, primero ¡Un beso enorme, bienvenidos! Les voy a contar en qué consiste: voy a conectarme a las 20 horas UTC, revisen el horario en sus países, y durante una hora estaré mostrándoles la nueva versión del Candy Crush, que salió la semana pasada y, una hora después, jugaré, en vivo, con quienes hayan hecho las diez mayores donaciones durante esa hora. —Con una gran sonrisa de sus labios rosados y abriendo sus ojos azules como si les estuviera aplicando gotas, Emily concluyó el nivel con la palabra “New Record” dando vueltas en la pantalla—. ¡Me superé! —gritó emocionada.
De inmediato, su nuevo puntaje se comparó con los mayores a nivel internacional y la posicionó segunda en el ranking mundial, a solo escasos noventa puntos de “ShadowMask”.
—¿No es maravilloso, chicos y chicas? ¡Ya soy segunda! —Varios sonidos festivos y alarmas de emoción agitaron la transmisión. Los corazones flotantes se confundían con billetes, signos de dinero y emoticones sonrientes—. Los amo, a todos y todas, sin ustedes esto no sería posible. —Los ojos de Emily estaban húmedos y brotados—. Recuerden, mañana, a las 20 horas UTC, otra vez, aquí, en vivo, mostrándoles la nueva versión de Candy Crush que está arrasando en descargas, se ve súper mono, ya lo he jugado y les prometo que está para chuparse los dedos de lo empalagados que los tendrán. —Ofreció un guiño a su audiencia, de más de dos millones de televidentes—. Recuerden seguir mis redes sociales, tengo fotos exclusivas en la última Comic Con de mi país con un cosplay sorpresa para todos ustedes ¡Besos, los amo! Y recuerden tener el día más dulce de sus vidas ¡Chao!
Fin del stream.
—Estuviste genial —dijo Marge, mejor amiga, manager y editora de Emily—. Con la subida en el ranking alcanzaste varios miles más en donaciones.
—¡SHADOWMASK! —dijo Emily, sin prestar atención a lo que acababa de decirle Marge— ¡Nunca hemos sabido quién es!
—Lo sabremos cuando lo rebases, Emi, no te preocupes. Estás a solo noventa puntos.
—Ni siquiera los fans saben quién es, ¿por qué crees eso?
Marge se ajustó las gafas en el puente de la nariz antes de contestar.
—Un presentimiento… como de que estás por saber quién es.
Emily se recostó en el amplio espaldar de su silla gamer. Suspiró.
—Me intriga —dijo, con las manos en la nuca—. Sería ideal saber quién es y hacer un vivo enfrentándolo.
—Por una transmisión así recibirías cientos de miles en donaciones en el stream, más las rentas de Youtube, reacciones en TikTok, fotos en I*******m ¡Sería fantástico!
—¡SI TAN SOLO SUPIÉRAMOS QUIÉN ES!
—Lo sé, Emi, lo sé —dijo Marge, volviéndose a acomodar las gafas—, pero, bueno, por ahora, te cuento que, aparte de las donaciones, tienes casi dos mil seguidores más en I*******m y la misma cantidad en Twitter (piden a gritos que subas el vídeo a Youtube), varios miles de comentarios, likes y reacciones nuevas (algunos haters, como siempre) y ya están empezando a llegar varias invitaciones, de otros gamers, para que hagan partidas compartidas, ¿te leo la de alguno?
—Solo si su cuenta tiene más seguidores que yo.
Marge torció los labios.
—Con ese criterio, solo la de Makros.
Emily sacó la lengua, en señal de asco.
—Ese patán. Si no fuera porque es un pasado (al que le encanta estarme mirando lo senos y tocarme las piernas) sacaríamos vídeos juntos cada semana.
—Pero hay varios interesantes, incluidas algunas chicas, ¿te parece si te programo un especial para la próxima semana, con XinaCool?
Emily sonrió.
—Sí, ella me encanta. Un vivo conmigo le ayudaría mucho.
Marge volvió a torcer los labios.
—Pero te pide que si lo pueden hacer con League of Legends… no sé, ¿te parece?
—Una hora de su juego y una hora con el mío, si no, no —contestó Emily, estirando todo su cuerpo—. No voy a estar dos horas jugando LoL.
—Bien, ya le envío la respuesta —dijo Marge, con los ojos y los dedos sobre la pantalla del celular.
—¿Alguna otra cosa? —preguntó Emily, levantándose de la silla gamer— Estoy hambrienta.
—Solo un montón de mensajes más de admiración, promesas de amor eterno y algunos poemas, ¿te leo alguno?
—Bueno —contestó Emily caminando hacia el refrigerador—. ¿Te alcanzo algo?
—Una soda, de naranja.
Emily lanzó la soda a Marge, que la atrapó en el aire. Sacó un rollito de helado para ella y se sentó de nuevo, pero en el sofá frente a la pantalla de su computadora gamer de cinco mil dólares. Se recostó y comió el helado mientras Marge le leía el poema. Era muy malo (repleto de estereotipos y frases trilladas), pero hecho con el corazón y, mientras lo escuchaba, Emily se cuestionó, como solía hacer en los últimos meses, si, al soñar con ser una influencer tan popular no había renunciado al verdadero amor.
Su fama la hacía una chica inalcanzable para muchos hombres que, en otras circunstancias más “normales”, seguro se conocería, la invitarían a salir, se comerían un helado, hablarían de sus proyectos de vida y hasta podrían enamorarse, pero, con lo conocida, famosa y millonaria que era solo recibía propuestas de otros influencer que solo deseaban declarar su relación con ella para obtener más seguidores. Comenzaba a ver la superficialidad de la vida que había escogido.
—Estuvo bonito —dijo cuando Marge terminó—. ¿Crees que puede existir el amor para alguien como yo?
—¿Alguien como tú? —preguntó Marge.
—Sí, es decir, que no solo lleguen cretinos, como ese Makros, queriendo conquistarme con el único fin de subir su popularidad.
—Hay miles de fans que quisieran salir contigo, como el chico que escribió el poema.
Emily le pidió a Marge que le pasara el celular.
—Voy a escribirle una respuesta personalizada, con una foto.
Marge sonrió y se acercó para ver lo que escribía su amiga.
Emily envió un mensaje de agradecimiento con algunos emoticones y, al final, incluyó una foto, sonriendo, con su rollo de helado.
—Se va a morir cuando lo lea —dijo Marge.
—¿Crees que debería salir con un chico así, más común? —preguntó Emily.
—Podrías darte la oportunidad, sí, ¿por qué no?
Emily miró a Marge, con cara triste.
—A veces envidio tu relación con Marco.
Marge se sonrojó. Nunca hubiera creído posible que Emily, con toda su fama, dinero y belleza, pudiera envidiarla. No supo qué contestar y la salvó un mensaje, en su celular, que captó la atención de su amiga.
—¿Qué…? —dijo Emily, levantándose del sofá de un brinco—. Mira esto, ¿será real?
Emily devolvió el celular a Marge y sus ojos se clavaron, muy abiertos, en la pantalla.
—Parece genuino —dijo, analizando el mensaje.
—¿Será posible que sí sea “él”? —preguntó Emily, tan consternada que no se daba cuenta de que el rollito de helado se estaba derritiendo entre sus dedos.
—Debe sentirse amenazado por tu ascenso…
—Y por eso quiere un combate final…
—Mira. Volvió a escribir —dijo Marge, mostrando la pantalla de su celular a Emily.
—¿Un combate que lo decida todo?
Las dos chicas estaban nerviosas y no sabían ni qué decir.
—Mañana. —Leyó Marge—. A las 20 horas UTC ¡Es la hora de tu transmisión!
—En vivo contra el misterioso ShadowMask —dijo Emily, haciendo pose de superheroína, con una mano en la cadera y la otra extendida, señalando al horizonte. Solo entonces se dio cuenta de que tenía helado en todos los dedos—. ¡Era lo que esperábamos!
Comenzó a lamer el helado derretido en su mano.
—Esto supera todo lo que hemos hecho, Emi.
—¿Lo anunciamos ya o esperamos confirmarlo?
—Espera, hay más —Marge se llevó la mano a la cara para cubrir su boca.
—¿Qué? Déjame ver.
Emily rapó el celular a su amiga.
—¿Quiere que hagamos una apuesta? ¿QUEEEÉ?
“El reto tiene, sin embargo, un precio, EmiCrusher. Si consigues derrotarme, te haré una donación de cinco millones de dólares (soy CEO de una de las multinacionales más grandes del mundo, tengo cómo pagarte), pero si tú pierdes, tendrás que casarte conmigo. Si tu respuesta es afirmativa, recibirás todos los detalles y garantías de mi parte para el cumplimiento de la apuesta, además de una copia del contrato de matrimonio que no ataría en caso de que (y así va a ser) pierdas”.
Att. ShadowMask.
—¿Un CEO que juega CandyCrush? —preguntó Emily.
—También pensaba lo mismo —contestó Marge—, pero no importa, lo que me interesa saber es si es una oferta seria.
—No perdemos nada si respondemos que estamos de acuerdo —sugirió Emily—. Al fin sabríamos quién es ShadowMask y podría enfrentarlo.
Marge acomodó sus anteojos.
—Entonces, ¿le digo que sí? ¿que aceptas?
Emily se llevó la mano al mentón, mirando a su amiga.
—Si, dile que sí, que acepto —dijo después de un momento—. Igual revisaremos “los detalles” que dice que va a enviar y, de acuerdo a eso, anunciamos en las redes la batalla definitiva por el ranking mundial de Candy Crush.
Marge asintió, pero cuando estaba por presionar el botón de “Enviar”, preguntó:
—¿Estarías dispuesta a casarte con un desconocido si pierdes?
Emily levantó los hombros.
—Por supuesto que no, porque no voy a perder.
Querid@s lector@s,Antes que nada, gracias por haber llegado hasta aquí.He querido añadir esta última sección para hacer una especie de making-off, o tras bambalinas, de la obra, con el ánimo de poder despejar las dudas que quizá hayan surgido durante la lectura, lo que no quiere decir que, más adelante, y cuando la plataforma lo permita, pueda responder a los comentarios que quieran hacerme. Este libro ha sido el resultado de un trabajo de más de un mes, de estar, todos los días, escribiendo y actualizando las entregas, cada vez con uno o dos capítulos nuevos. Ha sido una labor gratificante y que ha colmado una idea que venía dando vueltas en mi cabeza por varios meses (como ocurre con todas mis obras ;) )Influencer fue, antes que una historia romántica, un relato de terror y, para ese caso, trataba de una chica que, convencida por la idea de llegar a ser modelo, famosa y representante de grandes marcas, basa su vida en la aparición de redes sociales, en cada fotografía con menos
Las puertas de la iglesia recibieron a dos hermosas princesas, que atravesaron el dintel juntas, tomadas de la mano y escoltadas por sus padres, que las entregaron a quienes estaban a solo unos minutos de ser sus esposos, luego de una larga y pausada procesión al ritmo de la marcha nupcial y en la que se robaron las miradas no solo de los casi mil invitados presentes, sino también la de millones de personas que habían soñado con ver el momento en que EmiCrusher se casaba con ShadowMask. Con una sonrisa no muy sincera, los padres entregaron a las dos bellas princesas a quienes estaban por ser los hombres que las cuidarían a partir de ese día. La primera de ellas, de cabello dorado y grandes ojos castaños como bellotas, llevaba un vestido con una larga cola que sujetaban dos pequeños pajesitos, mientras que la segunda, de piel bronceada y cabello caramelo, ostentaba una pieza sin cola y caída de sirena. Con independencia del gusto de cada persona, las dos se veían hermosas, brillaban c
La cuenta regresiva había terminado. Llegó la fecha teñida en rojo en el almanaque de muchos de los seguidores de EmiCruser. Ese día, cuando el sol volviera a desaparecer en el horizonte, Emily sería la esposa de Javier Cifuentes y Marge, su amiga y asistente, la de Rubén Cifuentes, hermano mayor del joven multimillonario de las criptomonedas. La boda sería transmitida a través del canal de EmiCrusher en Youtube, lo mismo que en Twitch y por Facebook, tanto en las redes sociales de la influencer como en las de Javier y, por supuesto, en las de la Cocina y Piel. La primera persona en aparecer en cámaras no fue Emily, o Marge, como algunos apostaron. Tampoco fueron los novios o la hermosa -y muy sexy- mamá de Emily, como supusieron otros. No, el primero en aparecer fue el cámara oficial del acontecimiento: el padre de Emily que, fiel a su promesa, llegó un día antes de la boda a París y cenó con su hija, en la que fue su última comida como soltera. Fueron unas horas muy emotivas, en
La noche siguiente, Marge se arregló para salir a cenar con Rubén, que la había invitado después de que le hiciera la propuesta de matrimonio. Se puso un vestido amarillo, que combinaba con su cabello dorado, casi rubio, y el color de su piel, más bien claro. Cuando salió de su habitación, desfiló para Emily y Estefanía, que la felicitaron porque estaba divina.—Más le vale a ese churro darte un buen anillo, con una piedra enorme, porque no mereces menos —dijo Estefanía, tan conmovida, que se le escaparon unas lágrimas.—Te felicito, Machis, estás preciosa —dijo Emily, obsequiando con dos besos a su amiga— ¿Quieres que te preste mi bolso, el que también es amarillo?—¿Todavía lo tienes? Pensé que lo habías botado. Rebuscaron entre el closet de Emily, ahora invadido por los vestidos y chécheres de Estefanía, hasta encontrar uno mejor, habano, que Estefanía obsequió a Marge, porque era demasiado grande para ella. Estefanía abrió la puerta cuando Rubén llegó y, después de un rápido sal
Recurrir a los padres podía ser algo infantil, pero, al considerar el pasado de Dafne, el respeto -y temor- que ella sentía por ellos, junto con el hecho de que necesitaban de una solución rápida, la propuesta de Emily, seguida por la pantomima de una prestigiosa abogada, representante de una pareja que incluía a un multimillonario, el chófer y el vehículo de lujo en el que viajaba, debían ser suficientes para que los esposos Montenegro quedaran no solo impresionados, sino persuadidos de forzar a su hija a comportarse. —Pero lo que más los convenció, fue la fotografía, que la misma Dafne ta pasó ayer, chiquita —dijo Estefanía, de regreso al apartamento— ¿Viste la cara que pusieron? Estaban pétreos y creo que incluso dispuestos a defender a su pequeña, hasta que la vieron en esa posición tan comprometedora.—Seguro ya no le creen que sea virgen —dijo Emily—, pero no nos anticipemos y esperemos a ver los resultados de esta treta.—Yo pensé que íbamos a vernos envueltas en una guerra de
Parte de la personalidad conservadora de los padres de Dafne, se reflejaba en el hecho de que no habían cambiado, ni cambiarían, su lugar de residencia y así pudo Rubén proporcionarles a las chicas la dirección en donde podían localizarlos. —Incluso tengo el teléfono de la casa que, de seguro, todavía usan y tampoco han cambiado. —Sí, puede ser útil, amor. Gracias.Mientras Marge se dedicaba a gestionar el alquiler del vehículo en el Elizabeth se transportaría, madre e hija pasaron por el salón de belleza de Raquel, para que las arreglara como una abogada y su asistente.—Es importante que mi mamá se vea más joven que yo —dijo Emily a la estilista.—Eso no va a suponer ningún problema, es más, ya lo parece —bromeó Raquel, ganándose la amistad de Estefanía y una mirada dura de su cliente habitual.—Muy chistosa. Mira cómo me río. Marge también se encargó del vestido de la asistente de Elizabeth, a la que llamaron Valerie, lo mismo que de alquilar el uniforme que usaría como conducto
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