78. Cimientos
Alessandro
—La verdad es que no le veo sentido que te preocupes en este momento por Domus. Una auditoría en este momento es como cubrir el sol con un dedo, farfallina.
Roxana me miró como si no me conociera.
Hablamos toda la madrugada y eso me llevó a compartir la propuesta que Francesco me hizo antes de venir aquí. Protegerlos para evitar las publicaciones de la prensa era una pérdida de tiempo por muy buenas que fueran las intenciones de la amiga de mi madre.
—¿Vas a permitir que cientos de familias pierdan sus empleos solo por… resentimiento?
—Es realismo. Ese lugar es una máquina de generar tragedias. Tal vez es hora de que pague por todo.
—¿Y qué hay de la gente que trabajó para tu abuelo y siguen ahí? ¿Van a pagar ellos por los errores de tu padre y tu hermano?
Por supuesto que había pensado en las personas que se verían arrastradas, pero había elegido ignorar esas consecuencias hace mucho.
—Tienes razón —admití, pasándome una mano por el cabello—. Pero no puedo comprometer m