60. Mentira
Alessandro
El teléfono sonó cuando acababa de salir de la ducha y el nombre del conserje del edificio de mi apartamento apareció en la pantalla.
—Señor Di Marco, esperaba verlo salir a correr esta mañana como siempre —su voz sonaba incómoda—. Pero como la hora pasó, me atreví a llamar.
Me senté en el borde de la cama.
—No estaré ocupando el apartamento por unos días, Giorgio. ¿Sucedió algo?
—Ah, claro, disculpe. Es que quería contarle lo que pasó ayer con su esposa. Me obligó a abrir el apartamento. Amenazó con llamar a la policía si no lo hacía. —Giorgio carraspeó—. Encontró un vestido fino de mujer en el suelo y... Dios santo, nunca la había visto así. Se puso como una loca, gritando Roxana y otras cosas en inglés.
Mi estómago se contrajo al instante.
—¿Qué más dijo?
—Nada coherente, señor. Solo gritaba el nombre de esa mujer una y otra vez antes de salir furiosa.
—Entiendo. Gracias por avisarme, Giorgio, y no te preocupes. Hiciste bien, pero ella no subirá de nuevo, ¿entendido?
—As