Vladimir esperaba ansiosos los resultados de los nuevos análisis que le habían realizado a Lucya, pues su desmayo era de cuidado, largos minutos habían pasado y eso no era bueno según las palabras del médico.

—Creí que habías asegurado que todo estaba bien, dijiste que el malestar que sentía simplemente era por su embarazo, por lo tanto, será mejor que averigües qué demonios le pasa a mi mujer, o que tu familia comience a organizar tu funeral. — bramaba más que furioso Vladimir.

Lucya podía escucharlo con claridad, pero sus párpados pesaban demasiado como para así sea intentar abrirlos.

—Comprendo su enfado, señor Neizan. Por favor, no crea que estoy intentando evadir mi responsabilidad —respondió el médico con voz temblorosa—. Sin embargo, en realidad no es mi culpa. La ausencia de la historia clínica de la señorita Oslo representa un verdadero obstáculo; estamos trabajando prácticamente a ciegas, sin una base sobre la cual empezar a analizar la situación. Si al menos contásemos con