Lucya se mantuvo en silencio el viaje de regreso al departamento, no porque creyera que estuviese en problema alguno, porque claro que Lucya no podía comprender que nada de esto que había sucedido pudiese ser su culpa, mucho menos que Emiliano pudiese ser un infiltrado de alguna agencia, lo que mantenía en un silencio absoluto a la morena solamente era el estado de shock en el que se encontraba, sus oídos ya no pitaban, pero en ellos el eco de los gritos que había escuchado se repetía, tanto así que ni siquiera fue consciente de que Nurbia y Artiom se fueron por lados diferentes, cada uno acompañados por las personas pertenecientes a su clan, mientras Lev y ella eran trasladados por el propio Vladimir, mientras los empleados del clan Neizan se encargaban de los cuerpos y los heridos que dejaban atrás en el club.
—Llévate el vehículo, creo que lo mejor que puedes hacer es deshacerte de él, que no quede nada que nos pueda relacionar o indicar que esta noche estuvimos en el club. —ordenó