Ariel
Christian se sentó en un sillón y me señaló para que hiciera lo mismo. Notaba su mirada en cada uno de mis movimientos, lo que me ponía aún más nerviosa y asustada.
— Quiero que sepas que lo que pasó hace dos semanas no ha cambiado en nada lo que pienso de ti. — Su tono frío y arrogante había vuelto.
Asentí, sintiendo cómo se me aceleraba el corazón y rascándome la muñeca de vez en cuando.
— He decidido ofrecerte una oportunidad. Si aceptas lo que te voy a proponer, te dejaré en paz. — Fru