Christian
Después de la noche con Marissa, por suerte conseguí dormir mejor y, al despertarme, me preparé para quedar con Margot, una antigua clienta.
—¿Sr. Mitchell, sale? —preguntó Marissa, mientras tomaba su desayuno en la mesa de la habitación.
—Sí, voy a quedar con una vieja amiga.
—¿Quiere que le acompañe? —preguntó, levantándose ya, pero extendí la mano para impedir que continuara.
—No hace falta. Puedes aprovechar lo que te queda del día libre.
Marissa se lo tomó bien y yo la dejé, decidido a tomar un café con Margot. Al llegar a la cafetería que a ella siempre le gustaba frecuentar, la observé bebiéndose su café mientras miraba algo en el móvil.
—Christian, qué gusto tenerle aquí. ¿Cómo le va la estancia en la ciudad? —preguntó después de saludarnos.
—Gracias, siempre es un placer estar aquí. La estancia está siendo bastante productiva de momento.
—Me alegra oír eso. Entonces, sobre el proyecto del que hablamos por teléfono, ¿ha tenido ocasión de revisar las propuestas que le