Se levantó de repente, como si el movimiento lograra calmar la presión que sentía. Caminó un par de pasos, su mente atrapada entre la incredulidad y la furia. Stavri, sin embargo, permaneció sentada, indiferente al espectáculo. Para ella, se lo merecía.
—¿Ella venía a pasar las vacaciones aquí? Nunca lo mencionó —y a Jarret le empezó a parecer que Cristal no es tan tonta como él se creyó; nunca mencionó que viniera de vacaciones a Italia.—Pues sus motivos tendrían de no hablarlo con usted, joven —siguió hablando la señora, mientras continuaba bebiendo su café con movimientos estudiados y lentos—. Sin duda puedo decirle que ese chico era su amor desde niña.—¿Su amor? Creí que yo era el primer amor de Cristal. Nunca tuvo novio antes de mí —replicó Jarret con inc