Mi familia y yo nos miramos sin entender lo que sucede. Solo la familia de mi esposo parece conmocionada. Hasta Gerónimo me suelta la mano y corre al lado de la señora Lena, quien los toca a los tres como si no pudiera creer que sean reales y llora, realmente alterada.
—¿Qué tienes, Rosi..., digo Lena? —pregunta Luigi, entrando con el neurocirujano Enzo—. ¿Qué le hiciste esta vez, Giovanni? —¡Luigi, Enzo! ¡También los recuerdo a ellos, los recuerdo a todos! —exclama Lena, llena de una desbordante alegría. —¡Lenita, qué bueno que nos recuerdas! —exclaman ambos y abren los brazos para abrazarla felices—. Sabíamos que nosotros te haríamos recordar. —¿Lenita? ¿Cómo saben que me llamo así? —pregunta ella al separarse de ellos, asombrada. El ambiente