Salgo corriendo rumbo a donde sé que está Coral, mientras sigo escuchando a papá gritar en griego a todos.
—¡¿Por qué nadie me avisó de esto?! ¡¿Cómo te atreves a decir que eres el futuro suegro de mi hijo?! ¡Y a obtener beneficios de eso! ¡Mi hijo no está comprometido con tu hija, malakas, ni nunca lo estará! ¡Se casará con una Garibaldi de su gusto que esté a la altura de mi hijo…! —vocifera, haciendo que me sienta más orgulloso de él que nunca. Me siento muy feliz de que él me defienda así y de que acepte a Coral. Ya sé que, después de lo del disparo, aunque la cubrí bien, todavía recela de ella. Al llegar al grupo de los Garibaldi, la veo jugando junto a sus hermanos. Me acerco sigilosamente, pero Carlos, el padre, me ve. Se levanta para recibirme, extendiéndome