El tiempo pareció detenerse frente a ellos. Eulalia se quedó paralizada, con los ojos abiertos como platos, aún aferrada al cuerpo de Maximiliano, mientras Coral mantenía ambas pistolas firmes, sin temblar, apuntando directamente a la intrusa.
—¿Quién... quién es ella? —preguntó Eulalia con la voz trémula, girando apenas el rostro hacia Maximiliano, quien no sabía si sentir alivio o preocupación por la presencia de Coral.—Te lo dije, Eulalia —respondió Maximiliano, con un tono cansado pero decidido—. Ella es mi novia.Emocionado de sentir cómo ella lo reclama de nuevo, se suelta de Eulalia, que mira aterrorizada cómo Coral le apunta con las dos pistolas. La toma de la cintura y la atrae hacia sí.—Baja las armas, Thea mou, no tienes que ponerte celosa —le susurra, mientras con su mano izquierda hace que baje los brazo