Gerónimo sintió que el peso de la responsabilidad caía sobre sus hombros. La idea de dejar a Cristal y a Gianni, incluso por un tiempo, le generaba un nudo en el estómago. Sabía que debía protegerlos, pero el mundo de la mafia no era un lugar seguro, y la incertidumbre lo mantenía alerta.
—Hablaré con Cielo y Guido —dijo Gerónimo pensativo.—Hazlo. Yo tengo que ir en un rato a revisar al abuelo; pueden irse conmigo —ofreció el doctor Rossi—. Gerónimo, el tiempo no está de nuestro lado. Cada minuto que pasa, las cosas pueden empeorar. Debes actuar rápido y con decisión.Él asintió, sintiendo la gravedad de la situación y comprendiendo que su tío tenía razón. Se trataba de un juego peligroso, y cada movimiento debía ser calculado.—Está bien, tío, lo haré —ac