En una calle aledaña a la clínica, un auto negro está aparcado. Cuatro hombres conversan entre ellos.
—Oye, todos los Garibaldi son muy buenos conduciendo —dice uno de ellos—. Nos dejó atrás en un segundo. Menos mal que los de seguridad no son tan rápidos y pudimos seguirlos.—Es que ese es el actor Salvador, el hijo menor del doctor Rossi —aclara otro.—¿El campeón de las carreras de autos? —pregunta, sorprendido.—Sí, es muy bueno. Si lo hiciera de forma profesional, estaría en la cima —contesta el primero, fumando con calma.—Él es un actor famoso. ¿Para qué va a querer ponerse en peligro cuando lo tiene todo? —opinó un tercero.—Eso es verdad —aceptó el primero—. Tiene una linda esposa, su hija, su familia. El chico debe ser muy feliz.Mientras las sombras de