Stavri observa con atención, notando la sinceridad en la voz de Gerónimo, y cruza una mirada con su marido que parece suavizarse ante las palabras del joven.
—Lo único que puedo prometer es que haré todo lo posible para mantenerla a salvo y feliz —afirma Gerónimo—. Sé que eso no cambia el pasado, ni borra mis errores, pero estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario por ella. Ella es mi familia ahora.El Greco baja un poco la guardia, comprendiendo el peso de las palabras del joven Garibaldi. Las rivalidades entre familias mafiosas no son asunto menor, pero ahora son familia.—¿Sabes quiénes te tendieron esa trampa? —pregunta el Greco nuevamente.—Creo que son los hombres de Jarret, el ex de Cristal —contesta, mirando a su suegro—. Lo digo porque eran parecidos a los que estaban en el juzgado; vestían igual.—¡Tenía que haberlo a