Gerónimo sonrió levemente, no por burla, sino por lo mucho que le gustaba esa parte de Cristal que no descansaba hasta juntar cada fragmento de una historia. Mientras hablaba, enrolló con cuidado un mechón del cabello dorado y ensortijado de ella en sus dedos, enredándolo y desenredándolo con un gesto distraído pero cargado de cariño.
—Pues ya sabes cómo termina todo esto —respondió, arrastrando las palabras con cierta resignación—. Durante años, estuvo todo bajo control. La Cosa Nostra logró organizar una división de territorios y establecer ciertos convenios que mantuvieron la paz durante un buen tiempo. No es perfecto, pero funcionó, hasta hace unos años. Hizo una pausa; su mirada volvió a perderse en el horizonte. Había algo en la forma en que evitaba mirar directamente a Cristal que anticipaba lo que diría después. —Mis abuelos fueron asesinados —soltó finalmente, y a pesar de lo calmado de su tono, la frase quedó suspendida en el aire como u