Capítulo 7
Cuando llegaron al hospital, Diego estaba dándole de comer a Eva con una expresión tan dulce y entregada que parecía una tierna escena sacada de una película romántica.

Los vi juntos, tan compenetrados, y aunque sentí una punzada en el pecho, ya no fue tan fuerte como antes.

Supongo que morir lo cambiaba todo. Ya no me dolía tanto. Después de todo, ¿qué más podrían hacer para lastimarme?

El primero en explotar fue Lucas.

Al ver a Diego alimentando a Eva con tanta ternura a su querida hermanita, sus ojos se llenaron de rabia. Sin pensarlo dos veces, le dio un puñetazo directo en la cara, tirándolo al suelo, y enseguida empezó a golpearlo enloquecido.

—¡Maldito! ¡Mi hermana estaba ciega de amor por ti! ¡Su cuerpo aún está en el crematorio y tú ya estás aquí tan tranquilo con esta miserable zorra! ¡No la dejas descansar en paz!

Lucas estaba fuera de sí, quería matarlo a golpes. Pero Diego no se quedó atrás: devolvió los golpes, y terminaron forcejeando tan fuerte que varios médicos tuvier
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