HOMBRE 1. Capítulo 8.
Yelena se asomó a la ventana descubriendo que se hallaba en un quinto piso y en un distrito que desconocía, poblado solo por edificios residenciales y algunos pocos comercios.
No nevaba, pero las calles estaban cubiertas por una gruesa capa de nieve y escasos transeúntes pasaban con rapidez apretujados en sus abrigos.
Si el tipo con el que estaba no fuese una bestia infernal, o parte de ella, abriría la ventana y gritaría a todo pulmón que la habían secuestrado.
Alguien podría oírla y haría algo por ayudarla, pero si se atrevía, antes de que terminara de decir alguna frase de auxilio, el sujeto la silenciaría y la haría trocitos.
Respiró hondo y se giró para mirar con enfado la puerta del baño. Él seguía encerrado, tal vez, aliviando la enorme erección que tenía.
—Jódete, imbécil —masculló y alzó el dedo corazón de una de sus manos hacia él antes de dirigirse a la entrada de la habitación e intentar abrirla de nuevo.
Nada. De alguna manera aquel miserable con sus poderes mentales habí