La sala de espera de la UCI estalló a las 6 de la mañana.
«¿Dónde está? ¡Déjame verlo! ¡VICTOR!».
La voz de Clara atravesó las puertas dobles como una sirena. Scarlett se despertó sobresaltada en su silla, con el cuello rígido por dormir erguida. Mason ya estaba de pie, colocándose entre la puerta y Scarlett.
«No puedes estar aquí», dijo con firmeza la voz de una enfermera. «Solo la familia...».
«¡Yo soy familia! ¡Estoy embarazada de él! ¡Ese es mi prometido!».
Las puertas se abrieron de golpe. Clara entró tambaleándose, con el rímel corrido por la cara y una mano acariciando su vientre embarazado. Detrás de ella, los flashes de las cámaras estallaron en el pasillo: al menos una docena de periodistas la habían seguido al interior.
—Señorita Anderson, tienes que...
—¡Tengo que ver a Víctor! —Los ojos de Clara encontraron a Scarlett al otro lado de la habitación. Su expresión pasó del dolor al puro rencor en un santiamén—. Tú. Tú le has hecho esto.
Scarlett se levantó lentamente. —Clara