NERIAH
La mañana es una mentira.
Una caricia sosa sobre una herida que aún arde.
Estoy sentada frente a Liam, una taza de café caliente entre las manos. El aroma del pan tostado, el ruido discreto de los cubiertos contra la vajilla, todo parece normal, casi pacífico. Pero nada lo es. No por dentro.
Él habla de planes, de fines de semana, de todo lo que podría parecer una vida simple. Sus palabras flotan en el aire como burbujas frágiles, y yo me limito a asentar con la cabeza, a mostrar esa sonrisa que no es tal.
Bajo la mesa, mis piernas tiemblan. Y en mi pecho, otra presencia palpita.
Él: Kael, siento que está cerca, demasiado cerca.
Desvío la mirada, con el corazón latiendo. Liam no entiende, y es mejor así. Sus cejas se fruncen levemente.
— ¿Estás segura de que estás bien?
Levanté los ojos hacia él, forzando una sonrisa que casi me desgarraba los labios.
— Sí. Solo es una mañana un poco pesada.
Él no me cree. No dice nada, pero veo cómo se le contraen las mandíbulas. Toma mi mano,