KAEL
La sentí.
Un fragmento de ella, arrancado del vacío, vino a golpearme en pleno corazón.
Estaba allí, en medio del vestíbulo desierto, con los puños cerrados, listo para destrozar paredes que no habían pedido nada, cuando sucedió. Una descarga. Una sacudida en el vínculo. Una prueba de vida.
Y lo peor… es que no me alivió.
Me rompió un poco más.
Porque si la sentí, es que ella sabe.
Y si ella sabe… es que ya se ha ido.
Ella sigue huyendo.
— Kael.
La voz de Bryn me alcanza, serena, controlada. Demasiado tranquila para no ser calculada. Se acerca por el pasillo, su abrigo empapado, los ojos más oscuros que la noche misma.
— Dime que no vas a hacer una locura.
No le respondo.
Fijo la puerta frente a mí. Ella está allí, detrás. Bueno… lo estaba.
Todo en esta habitación huele a Neriah. Su calor, su ira, su perfume. Y este vacío.
— Me dejó algo.
Extiendo el trozo de bufanda, arrugado, empapado por mis dedos, como una ofrenda maldita.
Bryn suspira, se pasa una mano por el cabello.
— Ento