Encarar la conversación con su hermana le generaba nervios, pero se obligó a dejarlos a un lado. Para superar el dolor tenía que destapar la herida y permitir que sanara, y una forma era contarlo. Verbalizarlo era drenar y a la vez darle a su hermana la confianza que se merecía. Le tranquilizaba hacerlo en un contexto más distendido, y eso se lo debía a Jace.

El ligero temblor que había sido la reaparición de su ex había sido saldado con creces: él se había encargado de demostrarle con palabras, gestos y mucha pasión y ternura que había dejado atrás esa historia. Su declaración había sido lo más dulce y emocionante que Tina hubiera escuchado. La felicidad la embargaba, y quería a su hermana a su lado. Sabía que la entristecería con su historia, pero también tenía claro que estaba fuerte y contenida.

Jace la urgía a abrirse a la familia, quería disfrutar abiertamente de su relación y salir sin esconderse. También ella, no tenían por qué cubrirse o seguir dando pasos a tientas. Ambos ha