Lo apartaría del caso si le confesaba que era el idiota que la quería, pero la había dejado ir, menospreciándola como el imbécil que era. Decirlo en voz alta abonó la idea de que eso era lo que deseaba con ella. Una relación formal. Tarde se percataba.
<<No, no es tarde>>, pensó con fiereza.
—Me pondré en contacto con la Policía de Los Ángeles para ponerlos en detalle. Déjeme sus datos. Le estaré llamando apenas sepa algo concreto.
Moveré los hilos para que lo contacten los detectives locales. Y me comunicaré con su hermana, a la que pasaré su teléfono.
—Gracias, detective Perry—sentenció.
El hombre cortó y Kaleb se hundió en la silla, tomando su cabeza entre sus manos. Se sentía inoperante, incapaz de resolver la situación más horrible que le había tocado afrontar. Casie estaba en peligro y él no tenía elementos para ayudarla.
<<Esto no es así. Tienes a tu disposición el dinero del mundo. No puedes esperar a que la policía haga su trabajo, debes ubicarla. Matt y su empresa de segurid