Es momento de avanzar. Tienes que comprarte un consolador. Es la respuesta. Una vez que lo tengas, no necesitarás andar mirando hombres imposibles e incluso podrás acceder a su oferta de una campaña de marketing para tu local sin temor a quedar expuesta.
Tomó su laptop y comenzó la búsqueda, sopesando opciones. No había pensado que había tantos tipos y posibilidades y esto la hizo enredar un tanto. ¡Demonios! A ver, ella quería algo modesto, portátil, que no fuera obvio ni aberrante. ¿Tantos colores? Recordó la escena de una peli donde la cartera se abría y todos veían el objeto en cuestión.
—Calma, tu usas morral y no tienes pensado andar con tu consolador por la vida. Contrólate, vamos, tú puedes. Este…—miró uno fucsia, que se parecía a una de sus colores favorito para cobertura—. Sí, este está bien. Un poco… amenazante. Nahh, es adecuado. Decídete ya y da un paso más para ser esa mujer que deseas—recitó una frase que debía ser de alguien, pero le vino bien y asintió ante su propio