Cuando despertó sintió que todo le daba vueltas. Se removió incómoda en la camilla y apenas hizo un ruido, su amiga estuvo casi sobre ella.
—¡Alba!
Por un momento vio el rostro de Emma y estaba bañado en lágrimas. No estaba exagerando, en serio se veía mal.
—Kag…
La oyó gritar a un médico o algo así, no supo muy bien. De inmediato recordó por qué estaba ahí y trató de tocarse el vientre, sin embargo, tenía puestas las agujas de un suero y eso le impidió poder mover un brazo. Quiso llorar y se maldijo internamente: por supuesto que Emma ya sabía.
—Tu presión fue regulada, Alba, ¿cómo te sientes? —Le inquirió, mientras revisaba el pase de suero y anotaba un par de cosas.
—So