Las Elecciones
Callum tensó los músculos, palpando las esposas y los barrotes del suelo, buscando cualquier ángulo donde pudiera ejercer presión y liberarse. Su mente era un torbellino de cálculos: fuerza, impulso, distracción. Pero antes de que pudiera mover un dedo, uno de los hombres dio un paso rápido hacia él.
- Intentarlo fue valiente… - gruñó el guardia, al tiempo que lo sujetaba con fuerza por los hombros - …pero inútil.
Callum forcejeó, intentando liberarse, pero otro hombre se colocó frente a él, bloqueando cualquier intento de fuga. Sintió un golpe seco en las costillas que lo hizo jadear y perder el aliento. La cabeza le dio vueltas, el dolor palpitaba con cada respiración. Antes de poder incorporarse, un puñetazo certero en la mandíbula lo derribó otra vez al suelo.
- ¡No tan rápido, señor Whitaker! - gruñó Julian, mientras Callum caía sobre la espalda, aturdido - Aquí mando yo.
El hombre se acercó, caminando despacio, con una sonrisa cruel:
- Ah, el orgullo de Whitaker…